10.20.2009

Si tu quieres bailar...


Buenas noches, estimadísimo lector. Antes que nada, una auténtica disculpa por tenerlo a usted (yo tenerlo a usted, no a usted tenerlo yo o cualquiera de las combinaciones que su y mi [o nuestra] mente pueda pensar en este momento). Usted sabrá que, junto con la recesión de la economía mundial se vino una crisis existencial en el estudiante promedio de primer ingreso a la universidad. (Nota del autor: Si usted en verdad ya sabía esto, puede, como el amor de lector que es, seguir leyendo hasta encontrar algo de su agrado. Si por el contrario usted no lo sabía y no le interesa, como el amor de lector que es, aguántese y siga leyendo).

A usted, amigo lector de primer ingreso, no le ha llegado su crisis? No se preocupe. No tarda. Claro que si cree que no le llegará jamás y que está usted plenamente convencido de que vive su vida en plenitud tan sólo por estar ahí y no en otro lado, haciendo otra cosa que otro sujeto le recomendó hacer... Puede que tenga la boca llena de razón. O los dedos, en este caso.

Tal vez el origen mismo de nuestro (s) problema (s) sea que en realidad, usted y no no tenemos un problema. Sú problema es mi problema... Lo que es lo mismo, le estoy armando un pancho del tamaño de Texas (perdone la referencia gabacha, y si tiene problemas échele la culpa a Amy Bloom) por que el que se sintió un poco jodido en la semana fui yo. Sepa usted, querido lector, que cuando se trata de actuar bien y reaccionar a tiempo, un servidor se encuentra tan perdido como (inserte su comparación aquí). Por lo menos en lo que le vendrían siendo las relaciones personales... Entre dos personas. Y siendo yo una de ellas... Yo sé que me entiende.

Lector mío... ¿Me regala un abrazo?


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